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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Un dia de Serpost/Aduanas

Había estado esperando impacientemente un encargo que Carlos debía enviarme desde Usa. En realidad era solo una cajita de un valor de 82 dólares por lo cual debía llegar directamente a mi domicilio pero Carlos en un acto de buena fé (y olvidando lo que le repetí hasta el cansancio) agregó otros equipos en la caja dando una suma total $226 en artefactos por lo que era más que fijo que tenía que pasar por aduanas.
En un arranque de criollismo Carlos declaró que cada equipo costaba $30 (como si los lobos de aduanas no supieran que eso no podía ser posible) la cosa es que como me lo temí el 10 de diciembre llegó mi paquete y en Serpost me dijeron que había sido retenido por aduanas y tenía que esperar a que ellos me notifiquen.
La tan esperada notificación llegó el día 24 de diciembre así que tuve que dejar pasar todo el fin de semana e ir el Lunes 27 a recoger mi paquete a la agencia de Lince.

Esta vez iba a ir preparado, estaba llevando dinero y fui temprano. Cuando llegué ya había cola, primero pasé por una ventanilla donde había una chica que hacía tranquila su trabajo y me atendió rápido. Luego pasé a la ventanilla 2 en donde una señora un tanto mal humorada golpeando la palma de la mano contra el mostrador apuraba a la gente y ni siquiera se dignaba a contestar el "buenos días".
Me dieron el #15 asi que tenía que esperar, casi una hora después me llamaron y me aproxime a la ventanilla 4 en donde lo primero que me dijeron fue "tu factura" obviamente era un regalo asi que no existia factura:
- Factura señor
- No tengo
- Y entonces? acá le están notificando que debe traerla
- Es un regalo comprado en Usa que quiere que haga ¿Que la fabrique? (ya estaba con la pata en alto)
- Bueno cotizemos.
Mientras el hombre cotizaba empezamos a conversar y me di cuenta que era buena gente asi que el tono de voz se fue volviendo más amigable e incluse llegué a pensar en que todo saldría bien aquella mañana.

Cuando terminamos de apuntar los precios de cada artefacto me dijo que tenía que dirigirme a la ventanilla 7 y ahí me dirían cuanto pagar. Mientras iba caminando vi a aquella "Enana Antipática" de pelo pintado de rubio que me tocó la vez anterior y como siempre esta enana maltrataba a la gente:
- Señorita ya no puedo quedarme más tiempo, ¿qué sucede si me voy?, dijo una viejita
- Nada pues vuelve mañana y hace su cola nuevamente (mientras se alejaba refunfuñaba "que creen que tienen corona")

Cuando llegué a la ventanilla 7 me atendió otra señora (deberían poner gente más joven para estos trabajos, son más vivos) ella me dijo que tenía que pagar $52 para poder retirar mi paquete, el asunto es que ya no hay agencia bancaria dentro de aduanas asi que tenía que correr al banco más cercano.

Me dirigí al BBVA que está al frente del hospital, como siempre el pésimo servicio del BBVA deja mucho que desear, los cajeros son demasiado lentos, habían 20 personas pero avanzaba como si fuesemos 50, no podía esperar mucho, tenía el número E29 y recién iban en el E19 (la E es para los que no tienen tarjeta asi que no te atienden rápido)

Fui volando al Interbank que se encuentra en Risso, entré a la agencia y no había nadie, pensé que todo estaba marchando bien hasta que:
- Vengo a pagar aduanas
- a ver permítame su papel
pasaban lo minutos y veía preocupación en la cara del cajero, luego de señalar su monitor a otros dos compañeros me dijo que se le había colgado la máquina y que pasara a otra caja. Fui a otra caja y sucedió lo mismo. Llamaron a los de sistema y del 2do piso bajo un tipo que parecía muñeco de ventrilocuo con una gran sonrisa y dando a entender a sus compañeros que él era el hombre dijo "yo tengo sistema, que pasen todos al 2do piso".
Fui al 2do piso y esa sonris tan arrogante se iba borrando del rostro de aquel tipejo y me dijo "se me colgó la máquina, vaya donde mi compañero" fui donde el otro cajero y pasó lo mismo así que opté por pedir mi documento y retirarme refunfuñando.
Fui corriendo a otro BBVA que estaba al frente y cuando llegué a la caja pasó lo mismo, se colgó la máquina y luego de unos minutos me dijeron que no había sistema con Sunat.

Tuve que volver derrotado a mi trabajo y sin perder la esperanza fui a la hora del almuerzo a Scotiabank y ahí si funcionó todo por lo que me fui volando nuevamente a la agencia de Serpost/Aduanas en Lince.

Cuando llegué la cola era inmensa pero yo solo tenía que entrar defrente a entregar mi comprobante, cuando llego a la ventanilla donde debía entregar dicho documento me diejeron que la Sra. Había salido a almorzar, tuve que esperar unos minutos y luego apareció la Sra. y me dijo que recién se estaba llendo, le tuve que rogar que me diera mi papel para recoger mi paquete y en un acto de piedad (de mala gana) mandó a uno de los de limpieza a que busque mi factura.
Una vez que tuve la factura me dirigí a otra ventanilla a recoger el paquete y me di con la sorpresa de que tenía que pagar S/. 8.50 porque tuvieron mi paquete en bodega. En ese momento tenía ganas de decirle:
"Mi paquete llegó el 10, uds. lo retuvieron hasta el 24 y para colmo me están cobrando los sábados y domingos que no atienden" pero la verdad no tenía fuerzas, no tenía ganas de seguir renegando y peleando solo quería irme y es así como obtuve mi paquete.

Personalmente creo que si hubiese un buzón de quejas ninguna de las personas que trabaja ahí estarían en sus puestos, realmente es una tortura que un servicio que te esten brindando te hagan sentir que es un favor (como si fuera gratis) al punto de sentirte derrotado y ceder ante todos los maltratos, precios y colas.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Jóvenes delincuentes

Hace muchos años atrás (quizás tenía 11 u 12 años) estaba regresando de una fiesta con Jossepi pues me iba a quedar a dormir en su casa. Salimos de la "Guay" (YMCA) de aquellas fiestas en donde toneábamos con música de The Offspring y Green Day y comenzamos a caminar por toda la Av. Bolívar hasta la casa de Pibe.
En el camino vimos a un chibolo (8 años mas o menos) muy bien vestido, con zapatillas blancas con cápsula de aire y ropita nueva o al menos bien cuidada y recuerdo que le comenté a Pibe:
- Pucha que también a ese chibolo en cualquier momento lo cuadran y lo dejan sin tabas...
La conversación quedó ahí y llegamos a la casa de Pibe y nos fuimos a dormir.

En el transcurso de la semana de lo único que hablábamos con Jossepi era de videojuegos y de los trucos y toda esa clase de cosas que solo un par de enfermos pueden hablar pero que nos daba espíritu y nos hacía olvidar de que tan aburridas eran las clases y lo pesado que era hacer tareas.

El siguiente fin de semana me fuí desde muy temprano a pasar todo el día en casa de Jossepi (obviamente sin avisar que iba a ir) y lo primero que hicimos fue ir al "vicio" más cercano, ahí estuvimos jugando Super Nintendo (SNES) al rededor de 1 1/2, no recuerdo que jugábamos, probablemente algún juego para 2 pues a nadie le gusta ver como juega el otro.
El tiempo pasó volando fue como si no hubieramos jugado nada, al cabo de 30 min ya no sabíamos como matar el tiempo el resto del día e hicimos lo que siempre hacíamos: Salíamos a caminar hechos unos huevones esperando a que alguna chibola nos haga el habla y quiera ser nuestra enamoradita. También solíamos pasar por casa de algún conocido para ver si nos lo encontrábamos y nos invitaba a jugar al "vicio"

A eso de la 1 pm después de haber almorzado y jugado mete gol tapa en la puerta de la casa de Pibe no teníamos que hacer, nos moríamos de ganas por ir al vicio a jugar no importaba si eran 10 min pero algo teníamos que hacer
- Mamá ¿tienes una quina? preguntó Pibe
- No molestes carambas todo el día me pides plata para jugar
En aquella época no llevábamos dinero en el bolsillo, lo único que tenía en mi buzo con la marca O'neil estampada en toda la pierna eran mis llaves y una que otra peluza.

De pronto entre tanto hueveo comenzamos a recordar la fiesta y recordamos a aquel chibolo bien vestido caminando solo a altas horas de la noche y nos pusimos a pensar:
- Oe ¿y si agarramos a un chibolo en la calle? dijo Pibe
- Ya pes pero tiene que ser velóz y sin roches, le dije
- ya con lo que le saquemos nos vamos al vicio ps won, dijo Pibe
- Pero ¿con qué lo vamos a cuadrar?
al no tener la menor idea de como asaltar a alguien decidimos de que usáramos lo que usáramos no debía dañar pero si asustar. Fuimos al tercer piso (a medio construir en esos tiempos) y en una caja de herramientas viejas encontramos el móvil para nuestro hurto: Un viejo y oxidado pelapapas.
Aquel pelapapas no tenía mango, solo era la punta, vieja y oxidada que probablemente ni cortar un pedazo de papel podría pero se veía amenazante aquel color marrón sobre el poco metal del artefacto. Primero tuvimos que hacerle un mango pues no queríamos cortarnos y que después nos llevaran al hospital para la vacuna contra el tétanos así que agarramos un pedazo de trapo viejo y lo amarramos a la base para que sea la empuñadura.
Luego teníamos que sonar convincentes así que planificamos el diálogo a usar contra nuestra futura víctima. Obviamente teníamos que usar una lisura fuerte y luego dos frases rápidas para que el atraco sea velóz. Pibe y yo estuvimos practicando lo que diríamos y como no sabíamos quien llevaría el pelapapas a veces él hacía de la víctima y luego yo (para que cualquiera de los dos este listo) al cabo de un par de horas de práctica decidimos que sería así:
Pibe por tener más fuerza cogería por detrás a la víctima con el pelapapas hincado suavemente la espalda, acto seguido me acercaría y con todo lo aprendido en las calles de Breña diría:
- Ya chibolo no te muevas y suelta todo lo que tengas
No queríamos robar tabas ni polos ni relojes sólo efectivo para así poder ir al vicio a jugar Super Nintendo.

Listos para la acción salimos a buscar víctimas, estábamos nerviosos pues sabíamos que lo que estábamos haciendo estaba mal, iba en contra de todo lo que nuestras familias nos habían enseñado pero nuestras ganas de jugar eran inmensas. Estábamos por la Av. Bolívar y vimos a un chibolo caminando solo y justo se metió en una calle vacía, Pibe y yo lo empezamos a seguir y cuando vimos que no había nadie íbamos a dar el golpe de pronto empezamos a acercarnos, cada vez más rápido, parecíamos ninjas nuestros pasos ni sonaban y cuando estábamos a escasos metros de aquel niño lo único que hicimos fue rebasarlo y seguir con nuestro camino.

Sabíamos que al final no podríamos hacerlo, nos sentamos en un parque a pensar en la idiotez que casi cometimos, aquel mocoso no tenía la culpa de que un par de huevones ludópatas quisieran enviciarse y sabíamos que no podíamos convertirnos en pirañas porque eso estaba mal. Decidimos volver a casa de Pibe a esperar que mi papá me recogiera, sin darnos cuenta nos percatamos que nos entretuvimos toda la tarde sin tocar un mando de nintendo planificando lo que probablemente fuera el acto de robo más cojudo en la historia pues con la cara de niñitos buenos que teníamos no la pegábamos de choros ni a patadas.

Aún recordamos esa historia (como otras más) y cada vez que vemos un pelapapas empezamos a carcajearnos los dos solos como idiotas.